Estás enamorado y feliz, pero tus amigos más íntimos sólo se ríen con escepticismo, hacen bromas incómodas o dicen sin rodeos que él o ella no es tu pareja.
Esta situación hiere dos bases: tu confianza en tu elección y tu lealtad a las personas que te conocen desde hace años, informa .
De repente te encuentras en una encrucijada entre antiguos vínculos y un nuevo amor. El instinto suele decirte que protejas a tu pareja y cortes los lazos, pero los psicólogos te desaconsejan cortarte el hombro.
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El entorno, que no está atado por sentimientos románticos, a veces lee campanas de alarma que tú distraídamente no percibes, cegado por las hormonas. Su frialdad puede no ser un intento de arruinarte la vida, sino una manifestación de preocupación real.
Por otro lado, los amigos pueden proyectar sus miedos, fracasos o envidias banales en tu relación. A veces, sus reacciones negativas hablan más de sus propios problemas que de los defectos de tu pareja.
Tu nueva relación se convierte en un espejo incómodo para ellos. El experto en dinámicas sociales Mark Vernon cree que los conflictos de lealtad exponen los límites del crecimiento.
«Separarse de la opinión de la ‘manada’ es un paso necesario para crear tu propia familia. Pero una persona inteligente comprueba primero si la voz de la manada es en realidad la voz de la razón», argumenta.
Intenta separar las emociones de los hechos. ¿Qué es exactamente lo que no les gusta a tus amigos? ¿Sus argumentos se basan en observaciones de su comportamiento (te interrumpe, te menosprecia) o en sentimientos subjetivos («no es nuestro»)?
Vale la pena reflexionar sobre lo primero y discutir sobre lo segundo. Ten unos cuantos encuentros relajados e informales en distintos grupos, sin presiones ni expectativas de «hacerse amigos inmediatamente».
A veces la negatividad nace de una broma o situación desagradable. Dale tiempo a todo el mundo para que se conozca sin presiones de tiempo.
Si tras un intento honesto, el muro de desconfianza persiste, tienes que admitirlo: vuestros mundos sociales no son compatibles. Y no pasa nada.
No tienes por qué arrastrar a tu pareja a todas tus reuniones de amigos, ni tus amigos tienen por qué compartir todas tus elecciones. La madurez es la capacidad de mantener diferentes conexiones en paralelo sin darse ultimátums.Tu reto no es elegir a una persona por encima de otra, sino construir nuevos límites. Haz saber a tus amigos, de forma clara pero amable, que esa persona es una parte importante de tu vida y que faltarle al respeto es faltarte al respeto a ti mismo.
A menudo esto basta para convertir la antipatía en neutralidad. Al mismo tiempo, conviene ser sincero con tu pareja: «Mis amigos son importantes para mí, necesito tiempo para que encontréis un lenguaje común.
No lo forcemos». Esto es más honesto que obligarle a ser el alma de la empresa cuando todo el mundo está en contra.
La señal más alarmante – si el propio socio insiste en una ruptura completa de sus antiguos lazos, aislándolo del círculo de comunicación. Ya no se trata de una cuestión de compatibilidad de caracteres, sino de control. En este caso, vale la pena escuchar a los amigos con especial atención.
Lo ideal es que, con el tiempo, nazca un nuevo círculo compartido de quienes os aceptan como pareja. Es más probable que los viejos amigos que te quieren de verdad acepten tu elección cuando vean que eres feliz.
Sólo quedan los que no se preocupan por tu vida, sino por tu conformidad con su imagen del mundo. Superar esta prueba suele fortalecer a la pareja.
Aprendes a ser un equipo frente al mundo exterior, a defender tus valores y a tomar decisiones basadas en tus propios sentimientos y no en la aprobación externa. Es una dolorosa pero poderosa lección de autonomía.
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