El picante y a veces excesivo amargor de las cebollas puede saturar el sabor de cualquier ensalada o kebab.
Mucha gente intenta remediar la situación rociando los aros cortados con agua hirviendo, pero este método suele tener el efecto contrario, haciendo que las cebollas queden aguadas y sin sabor, informa el corresponsal de .
El agua caliente elimina el amargor, pero también destruye la estructura crujiente y le quita todo el carácter, dejando sólo una pálida sombra de la verdura.
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Una forma más delicada y eficaz es verter las cebollas no con agua hirviendo, sino con una solución de adobo caliente (unos 70-80 grados) a base de agua, vinagre, sal y azúcar.
De este modo, las cebollas sufren una pasteurización suave, conservando su forma y adquiriendo la nota agridulce deseada, pero sin hervir.
De cinco a siete minutos es suficiente, tras lo cual debe escurrirse el líquido. Las cebollas se volverán flexibles y sabrosas, y perderán todo el picante excesivo, pero seguirán siendo una parte texturizada del plato, no un añadido pastoso. Este equilibrio es el objetivo.
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