Tendemos a ignorar el cansancio leve, ahogándolo con café, eslóganes motivadores y fuerza de voluntad.
En nuestra cultura, esto se considera un valor, un signo de productividad, informa .
Pero la fatiga no es un enemigo, sino un sistema de señalización esencial, el sensor más honesto del estado del organismo. Pulsando constantemente «ignorar», corremos el riesgo de recibir un día no una señal, sino un fallo completo y estrepitoso del sistema.
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Existe el cansancio después de un trabajo productivo: agradable, satisfecho. Y hay un cansancio ansioso, de fondo, que se produce incluso antes de que empiece el día.
La primera indica la necesidad de descanso, la segunda – sobre una posible sobrecarga, estrés o el comienzo de un malestar. La capacidad de distinguirlos es una habilidad básica de la actitud consciente hacia uno mismo.
Al empezar a llevar un diario sencillo: dos palabras sobre los niveles de energía por la mañana y por la noche revelaron patrones claros. La fatiga física suele requerir movimiento o un cambio de actividad; la fatiga mental, silencio o atención dispersa; la fatiga emocional, socialización tranquila o soledad.
Intentar animarnos de la misma manera -otra taza de café o hacer scroll- no hace sino agravar el desequilibrio. El psicólogo Igor Letov sugiere que no nos hagamos la pregunta general «¿Estoy cansado?», sino una específica: «¿Qué quiere mi cansancio? ¿Dormir, comer, tomar el aire o tal vez simplemente que me reconozcan?».
Escuchar al cansancio no significa dejarse llevar por la pereza. Significa darle al cuerpo exactamente el tipo de recuperación que necesita en ese momento.A veces, la mejor respuesta al deseo de tumbarse durante el día es un breve paseo, y la mejor respuesta a la apatía no es el descanso, sino una actividad física ligera y agradable. Esto requiere un diálogo sincero con uno mismo y el rechazo de los patrones.
Al ignorar estas señales, no nos fortalecemos, nos volvemos sordos. Y un conductor sordo no oye un golpeteo extraño en el motor hasta que se convierte en el estruendo de un motor que se cae a pedazos.
Confía en tu fatiga como en un mecánico interno experimentado. No quiere detenerte, quiere que sigas adelante durante mucho tiempo, de forma segura y agradable.
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