Parecería que un ratón chirriante, de colores brillantes y que funciona con pilas, debería hacer las delicias de cualquier depredador, pero una mascota suele pasarlo de largo y elegir una vieja caja de cartón.
No es una cuestión de esnobismo, sino de las leyes fundamentales de la percepción felina, según el corresponsal de .
Un juguete complejo con un sonido agudo y un movimiento caótico puede asustar más que atraer, creando una situación de imprevisibilidad que los gatos evitan instintivamente. Una caja, en cambio, es el objeto ideal: es predecible, seguro y permite controlar totalmente la situación.
El gato puede entrar en ella, salir, esconderse, observar el mundo desde allí, es decir, utilizarla según su estado de ánimo momentáneo. No necesita luchar con un objeto incomprensible ni ajustarse a su lógica; ella misma crea las reglas del juego.
Además, el cartón es un excelente aislante y retiene el propio olor del gato. Una vez dentro de la caja, el animal se encuentra en un espacio acogedor, cálido y maloliente, lo que reduce los niveles de estrés al mínimo.
Es una especie de fortaleza portátil que puede colocarse en cualquier lugar del piso, creando al instante una zona de confort absoluto. Mirando al gato, incluso el más simple agujero hecho en la pared de la caja la convierte en un complejo multifuncional.
Después de una hora ya es una emboscada para atacar a un perro que pasa, después de dos – un refugio para dormir, y por la noche – un puesto de observación. Ningún juguete comprado ofrece tanta libertad de interpretación y modificación.
Los expertos en comportamiento señalan otro aspecto: la caja satisface la necesidad de contacto estrecho con las superficies. A los gatos les gusta apoyar la espalda y los costados contra las paredes, lo que les da sensación de seguridad.
Una cama blanda en medio de la habitación, que nos parece cómoda, pierde desde este punto de vista: no da apoyo en todo el perímetro y deja al animal «abierto» por todos lados. Por eso un juguete caro a menudo fracasa, no porque sea malo, sino porque es demasiado intrusivo en su escenario.
Dicta las condiciones: «¡Atrápame! Agárrame!» Y el gato es una criatura que valora la independencia.
No necesita una historia ya hecha, sino un lienzo en blanco en el que pintar su propia historia, ya sea cazando, relajándose u observando. Esta paradoja nos enseña una lección importante: a menudo el mejor regalo para una mascota no es la solución tecnológicamente más avanzada, sino la que le da más libertad para satisfacer sus instintos.
Una simple cuerda que se puede perseguir y morder, o una pelota de papel que rebota imprevisiblemente en las paredes, son a veces más emocionantes que los artilugios electrónicos. La próxima vez que te sientas frustrado porque no te hacen caso, trae a casa la caja de cartón vacía del paquete.
Verás cómo tu mascota cobra vida, empieza a explorar la nueva «fortaleza» y quizá traslade a ella su ratón roto favorito. Será su mundo, creado según sus reglas, y ésa es la forma definitiva de aprobación felina.
Lea también
- Cómo el colecho con una mascota cambia la arquitectura de la noche: un delicado equilibrio entre beneficios y perjuicios
- Cómo un gato elige al favorito de la familia: la alquimia de las preferencias sin reglas

