La lengua húmeda de un perro buscando tu nariz o tu boca, mucha gente lo tacha de simple costumbre o de intento de saborear la piel salada.
Sin embargo, las raíces de este comportamiento se hunden en la evolución y la comunicación intraespecífica de las manadas de lobos, informa .
Los cachorros, al pedir comida a los adultos, se lamen activamente el hocico para estimular la regurgitación de la presa a medio digerir. Para su perro, usted es padre y líder al mismo tiempo.
Así que este gesto puede ser una muestra de profundo afecto y sumisión, un intento de cortejo o una expresión de preocupación por tu estado. Literalmente, te «examina» leyendo los olores y las micropartículas de tu cara para saber qué has comido, cómo te sientes y qué emociones experimentas.
También existe una función de reconciliación social. Un perro que percibe una ligera tensión o tu tono descontento puede intentar aliviar un posible conflicto lamiéndote, para apaciguarte.
Es su forma de decir «no reclamo recursos, soy un amigo», un gesto tranquilizador heredado de antepasados que mantenían así la paz en la manada tras las escaramuzas. La vieja perra siempre era especialmente diligente con el «lavado» cuando llegaba a casa disgustada o llorando.
No se limitaba a lamer, sino que hundía su nariz húmeda en las comisuras de mis ojos, como si intentara eliminar físicamente los rastros de tristeza. Un psicólogo veterinario confirmó más tarde que los animales pueden reaccionar a la composición química de las lágrimas, y que sus acciones eran una forma de ayuda instintiva.
Permitirlo, sin embargo, es una cuestión de límites personales y de higiene. La saliva canina, a pesar de algunas propiedades antibacterianas, contiene microorganismos potencialmente nocivos para el ser humano, sobre todo si entran en contacto con las mucosas.
Es importante aprender a redirigir el impulso: ofrecer en lugar de la cara la mano extendida para acariciarla o un juguete favorito que se pueda «lamer» con el mismo entusiasmo. El lamido frecuente y compulsivo, especialmente de ciertas partes del cuerpo, también puede ser señal de un problema en el propio perro: náuseas, malestar estomacal o aumento de la ansiedad.
En este caso, el animal está intentando tranquilizarse y su piel se convierte en objeto de atención. Lo que se necesita en este caso no es corregir el comportamiento, sino consultar a un veterinario.
Considerando todos los aspectos, se puede encontrar un término medio. No hay que alejarse con dureza, lo que podría percibirse como rechazo, pero tampoco hay que animar sin límites.
Aceptar brevemente el afecto como muestra de cariño, seguido de una suave reorientación de la actividad, muestra al perro que el contacto es importante, pero tiene ciertos límites establecidos por el líder de la manada: usted.
Así que la próxima vez que retroceda ante una lengua húmeda, recuerde que lo que tiene delante no es un mal hábito, sino todo un vocabulario arcaico de sentimientos. Tu perro habla el lenguaje de un cachorro que pide cuidados y el lenguaje de un miembro de la manada que afirma su condición de pacífico.
Sólo queda aprender a responder educadamente en este antiguo lenguaje, estableciendo reglas de comunicación mutuamente aceptables.
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