Uno hierve como una tetera en dos minutos, el otro se calienta como una buena sartén de hierro fundido pero se mantiene caliente todo el día.
Estas diferencias de temperamento y ritmo interior pueden crear más conflictos que las disputas económicas o los celos, informa .
Tú percibes su deliberación como apatía, y él tu vigor como un ensañamiento insoportable. Los neurocientíficos recuerdan que la velocidad de procesamiento de la información, la necesidad de estimulación y el umbral de fatiga pueden variar radicalmente de una persona a otra.
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No se trata de una cuestión de educación o de ganas de fastidiar a la pareja: son rasgos biológicamente determinados del sistema nervioso, casi imposibles de corregir. La terapeuta Olga Prokhorova señala que las parejas suelen pelearse no por la esencia de la decisión, sino por la rapidez de su adopción.
«El colérico está dispuesto a desmontar el armario y reorganizar los muebles aquí y ahora, el flemático necesita una semana para idear mentalmente el plan. Ambos se sienten incomprendidos: uno porque está ralentizado, el otro porque está bajo presión», explica.
Los constantes empujones de la pareja «lenta» hacen que se cierre, sintiendo que su forma natural de ser es errónea. Y el «rápido» acumula irritación, interpretando la lentitud como sabotaje o falta de interés en la convivencia.
La salida no consiste en intentar rehacer al otro, sino en crear un sistema flexible de concesiones. El «velocista» aprende a dar tiempo al «maratoniano» para calentar, sin acosarle con preguntas cada cinco minutos.
El «maratoniano», a su vez, intenta dar plazos claros y acelerar su proceso interno siempre que sea posible. A veces resulta útil dividir las responsabilidades en función de la velocidad.
Las decisiones rápidas sobre imprevistos las toma el que está predispuesto a ello. La planificación estratégica a largo plazo, con análisis de todos los detalles, es mejor confiarla a alguien que no saque conclusiones precipitadas.
Una habilidad clave para una pareja así es negociar en voz alta el tiempo de toma de decisiones. La frase «necesito tres días para pensarlo, volvamos a hablar el jueves» alivia una enorme cantidad de tensión.
Es honesto y os da a ambos una sensación de control. Aprende a ver estas diferencias como sinergias y no como defectos.Mientras uno genera diez ideas por minuto, el otro puede evaluarlas con sobriedad y elegir la única viable. Juntos sois el tándem perfecto que ni arde ni se consume, sino que avanza con suavidad y fuerza.
Respetar otro ritmo es señal de profunda madurez y amor verdadero. Es decir: «Te acepto entero, incluso tu velocidad de procesar la realidad, porque forma parte de ti».
Esto es mucho más importante que la sincronicidad en las pequeñas acciones mundanas. Con el tiempo, puede que incluso empieces a apreciar estos contrastes.
Su ritmo pausado enfriará tu impulsividad en los momentos críticos. Y tu vigor le sacará de pensamientos persistentes cuando llegue el momento de actuar.
Deja de medir el amor por la velocidad de su reacción. La calidad y el enfoque de la misma son mucho más importantes. Una respuesta lenta, reflexiva y sincera vale más que un estator de promesas rápidas pero vacías.
Este es el único momento en el que merece la pena dejar el cronómetro a un lado y observar más de cerca lo que realmente está pasando.
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