En casi todas las cocinas hay una caja de cerillas normales, pero no hablamos de las que tienen la cabeza de color rojo brillante.
Las llamadas cerillas «domésticas» sin azufre, o simplemente palitos de madera, resultan ser un material muy útil, según el corresponsal de .
Su delgadez, robustez y la naturalidad de la madera abren el camino a una docena de pequeñas reparaciones y trucos. Coge una cerilla, moja su cabeza en PVA o cola Moment y úsala para pegar puntualmente pequeñas piezas, por ejemplo, una pata caída de unas gafas o el asa de porcelana de una taza.
Funciona como un aplicador perfecto, que permite aplicar una cantidad mínima de adhesivo exactamente en la hendidura adecuada sin ensuciarse las manos ni todo lo que le rodea. La cerilla puede utilizarse para limpiar los agujeros de drenaje de las macetas, que suelen estar obstruidos con tierra y raíces.
Es lo bastante fino como para no dañar el sistema radicular, pero lo bastante fuerte como para atravesar la obstrucción y restablecer el flujo normal de agua, evitando que la planta se pudra.
Si se te ha roto la cremallera de la chaqueta o el bolso y la guía se ha salido de las púas, una cerilla te servirá de apaño temporal. Introdúcela en la ranura del extremo de la cremallera, donde debería estar el tope, y rómpela con cuidado, dejando el extremo plano.
Esto evitará que la corredera vuelva a salirse hasta que cambies la cremallera o pongas un nuevo tope. Moja la punta de una cerilla en aceite vegetal y pásala por las bisagras de una puerta o el pestillo de una ventana.
La madera absorberá el aceite y lo llevará con precisión al punto de fricción, gota a gota, sin riesgo de llenar demasiado y manchar el suelo o el marco. Es una de las formas más limpias de lubricar pequeños mecanismos.
Los mismos palillos pueden utilizarse para hacer palanca suavemente y extraer una astilla si no se dispone de una aguja. No está de más mojar previamente una cerilla en alcohol para desinfectarla.
La madera es menos traumática para la piel que el metal y permite controlar la fuerza, minimizando el dolor y el riesgo de clavar la astilla más profundamente. Tener una caja de estos antiestéticos palos en casa es señal de un enfoque práctico y discreto de las pequeñas averías.
No necesitan pilas, no se rompen y siempre están listos para convertirse en una extensión de tu mano para trabajos de joyería. En un mundo de alta tecnología, a veces es la simple costilla de madera la que resulta ser la herramienta más perfecta y precisa.
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