Por qué necesitamos dormir como muertos: qué hace el cerebro mientras estamos inactivos

Pensamos en el sueño como una parada pasiva, un pago por la actividad del día.

Sin embargo, el neurofisiólogo Matthew Walker insiste en que es la fase activa del trabajo, la medicina más eficaz para cada célula, informa .

La noche no es un descanso, sino todo un turno, en el que el equipo de trabajo interno se encarga de la limpieza y reparación general. El cerebro, liberado de recibir nueva información, inicia el proceso de consolidación de la memoria.

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Plasma en las estanterías las impresiones del día, reforzando las conexiones neuronales y borrando las innecesarias. Por eso, un verso leído antes de acostarse suele ser más fácil de memorizar, y la solución a un problema complejo puede llegar por la mañana.

Observa que tras una noche de sueño de calidad, el caos de tu cabeza se organiza y los pensamientos fluyen con mayor claridad. Mientras estamos inmóviles, el cuerpo se está reparando a nivel celular.

Se activa la producción de colágeno, responsable de la elasticidad de la piel y los tejidos conjuntivos. El sistema inmunitario se dispara, produciendo citoquinas y linfocitos T para luchar contra los virus.

Los experimentos demuestran que las personas que duermen menos de siete horas tienen tres veces más probabilidades de resfriarse. El cuerpo aprovecha este tiempo de tranquilidad no para hacer el vago, sino para una recuperación estratégica.

Pero el trastorno más insidioso se produce en la cocina hormonal. La falta de sueño altera el equilibrio de la leptina y la grelina, las hormonas de la saciedad y el hambre.

Un cuerpo cansado empieza a demandar más alimentos calóricos en un intento de reponer energía. A largo plazo, éste es un camino directo hacia el aumento de peso y el riesgo de resistencia a la insulina.

Literalmente, empezamos a comer en lugar de dormir lo suficiente. El sueño no es sólo descanso, sino un proceso cíclico con su propia arquitectura.

Consta de fases de sueño lento y REM que se alternan varias veces por noche. Cada fase cumple un propósito diferente: el sueño profundo de ondas lentas es fundamental para la recuperación física, mientras que el sueño REM es fundamental para procesar las emociones y las percepciones creativas.

Al privarnos de ciclos completos, nos robamos recursos para la salud y la creatividad. Así que perseguir la productividad a costa del sueño es como escatimar en el mantenimiento de un coche de carreras.

Tarde o temprano el sistema fallará, y en la carrera más inoportuna. Acuéstate a la hora no por sentido del deber, sino por un interés estratégico en tu propio mañana.

Tu claridad matutina, tu inmunidad constante e incluso tu delgadez empiezan esta noche, en el momento en que apagas las luces.

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