Cuidamos nuestra piel, entrenamos nuestro corazón, estiramos nuestros músculos, pero a menudo nos olvidamos de todo el universo interior: el microbioma intestinal.
No es sólo un «tubo digestivo», sino un órgano endocrino activo y un actor clave en la inmunidad, cuyo estado de ánimo afecta directamente al nuestro, informa .
Hacerle la guerra mediante dietas rígidas y depuraciones es un camino seguro hacia la rebelión, que se manifiesta de las formas más inesperadas. Trillones de bacterias en nuestro intestino producen neurotransmisores, como el 90% de la serotonina, que regula el estado de ánimo.
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Se comunican con el cerebro a través del eje intestino-cerebro, enviando señales que interpretamos como ansiedad, apatía o, por el contrario, calma. Al gastroenterólogo Pavel Sidorenko le gusta decir que cuidar la microflora suele ser más eficaz para tratar la depresión leve que intentar influir directamente en el cerebro.
Entablar amistad con el intestino no significa alimentarse a uno mismo, sino a los simbiontes internos. Su alimento favorito es la fibra procedente de una variedad de verduras, hortalizas y cereales integrales, en lugar del azúcar refinado y los alimentos ultraprocesados que provocan el crecimiento de flora patógena.
Añadir a tu dieta alimentos fermentados como el chucrut o el kéfir es como enviar una tropa voluntaria de bacterias beneficiosas. Pero las amistades no sólo se construyen con comida.
La alimentación caótica, la privación crónica de sueño y los antibióticos «por si acaso» son acciones que la microflora percibe como una declaración de guerra. La reacción no se hace esperar: hinchazón, cambios en las heces, erupciones cutáneas y la misma fatiga desmotivada.
El tormento del acné no terminó con una esteticista, sino con una nutricionista que ajustó la dieta a favor de los prebióticos. Escucha las señales, pero no te conviertas en rehén de ellas.Un intestino sano no necesita esterilidad y perfeccionismo, sino estabilidad y variedad. A veces un trozo de pizza es sólo un trozo de pizza, no un crimen.
Mucho más importante es el panorama general: qué comes la mayoría de los días, cómo duermes y te mueves. Trata a tu mundo interior como a un compañero sabio y un poco anticuado.
No le gustan los cambios bruscos, aprecia la regularidad y los alimentos sencillos y de calidad. Su buen humor es la base de tu propia salud, desde la respuesta inmunitaria hasta la claridad mental. Aliméntalo con sabiduría y respeto, y se convertirá en tu aliado más fiable y silencioso.
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