Una vela consumida, con sólo una mecha quemada en un charco de cera solidificada, parece haber agotado por completo su vida útil.
Pero incluso en tal estado es capaz de hacer varios gestos útiles antes de irse al garete, informa el corresponsal de .
La cera es un material único que conserva sus propiedades incluso después de apagarse el fuego. Los restos de cera del fondo de un candelabro o de una vela perfumada pueden recogerse cuidadosamente, fundirse en un baño de agua y verterse en un pequeño molde, por ejemplo, el tapón de una botella, insertando una nueva mecha.
Conseguirás una vela nueva, pequeña, para emergencias o estados de ánimo románticos, montada prácticamente de la nada. Cuando derritas esta cera, puedes empapar en ella cordones o hilo de lona para coser.
Una vez solidificado, el hilo se volverá rígido y será fácil de enhebrar por cualquiera, incluso por los agujeros más pequeños, convirtiéndose en una aguja casera perfecta para enhebrar abalorios o un cordón de zapato temporal. La cera tibia, pero no caliente, se puede utilizar para lubricar las guías de los cajones de una cómoda o un armario que chirríen y no salgan bien.
Una fina capa de cera aplicada a las guías de madera actúa como un perfecto lubricante silencioso que no mancha la ropa ni acumula polvo, a diferencia de los aceites líquidos. Se puede frotar un trozo de cera dura en las cabezas de los tornillos autorroscantes o los tornillos antes de atornillarlos en madera dura.
Este radicalmente facilita el proceso de atornillado, reduce la fricción y el riesgo de rotura de la rosca, sobre todo cuando no se dispone de un lubricante especial. El método es antiguo, pero no por ello menos eficaz.
Incluso en el jardín, la cera tiene sus usos: se puede utilizar para cubrir pequeños cortes en las ramas de los árboles después de la poda, creando una defensa sencilla contra las bacterias y la humedad. Se trata de un método anticuado que algunos jardineros siguen utilizando hoy en día, prefiriendo los materiales naturales a la cera de jardín.
Utilizar restos de velas es una filosofía de ahorro llevada a un minimalismo elegante. Es una muestra de respeto por algo que ya ha cumplido su función pero que aún conserva una chispa de utilidad. Este enfoque te enseña a ver un recurso donde otros sólo ven basura, y a encontrar soluciones elegantes sin derrochar.
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