Cómo respirar correctamente cuando no se piensa en ello: un sistema autónomo con control manual

La respiración sigue su propio curso, su profundidad y ritmo cambian sin que seamos conscientes de ello, ajustándose al estrés y las emociones.

Sólo nos acordamos de ella cuando nos quedamos sin aliento o cuando intentamos calmarnos respirando profunda y pausadamente, informa el corresponsal de .

Pero es en el fondo donde a menudo se frustra esta función, creando un fondo constante y casi imperceptible de tensión para todo el cuerpo. La mayoría de nosotros respiramos con demasiada frecuencia y superficialmente en un estado relajado, utilizando principalmente el pecho.

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Esta respiración activa el sistema nervioso simpático, el mismo responsable de la respuesta «pega o corre». En esencia, damos al cuerpo una señal de fondo de ansiedad leve, incluso por el mero hecho de estar sentados frente al ordenador.

La respiración diafragmática adecuada es aquella en la que la parte inferior del abdomen se expande suavemente al inhalar, en lugar de levantar los hombros. Esto activa el diafragma, un potente músculo en forma de cúpula que masajea suavemente los órganos internos y estimula el nervio vago.

Este nervio es el principal conducto del sistema parasimpático, responsable del descanso y la recuperación. La entrenadora respiratoria Anna Belova propone una sencilla prueba: pon una mano en el pecho y la otra en el abdomen y observa cuál se mueve con más fuerza en reposo.

No es necesario reeducar la respiración: este patrón es natural para una persona dormida o relajada. Sólo tienes que recordarle regularmente a tu cuerpo este patrón liberando la tensión muscular acumulada.

Cinco minutos al día tumbado con un libro sobre el estómago pueden ser una gran lección para tu sistema nervioso. No te concentres en la fuerza de la inhalación, sino en la exhalación lenta y completa, que por reflejo hace más profunda la siguiente inhalación.

No hace falta que conviertas esto en otra tarea. Basta con que te sorprendas a ti mismo en momentos de anticipación o estrés leve y lleves tu respiración hasta el «fondo».

Inmediatamente sentirás cómo se libera la tensión del cuello y los hombros. No es una cura para todo, pero es la forma más rápida y directa de indicarle a tu cuerpo: «No pasa nada, puedes relajarte». Respira tranquilamente, pero de forma que trabaje a tu favor, no en tu contra.

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