Los finos y crujientes envoltorios de cebolla suelen volar al contenedor sin pensárselo dos veces.
Mientras tanto, esta cáscara de color marrón dorado es un recurso natural listo para usar, lleno de sustancias útiles que pueden aprovecharse en beneficio del hogar, el jardín e incluso la belleza, informa el corresponsal de .
Su aroma amargo y cálido presagia soluciones inesperadas. La decocción de cáscara de cebolla es un excelente tinte natural para los huevos de Pascua, que les confiere un color que va del delicado amarillo al intenso terracota.
Pero ahí no acaban sus posibilidades: la decocción oscura puede utilizarse para teñir madera clara para restaurar arañazos o para dar un noble tono cobrizo a tejidos de lino y algodón. Si se añade un puñado de cáscaras puras a una olla de caldo de ave o de estofado de col, el plato adquirirá un color dorado maravillosamente apetitoso y una ligera nota dulce.
Las cáscaras aportan quercetina y otros antioxidantes al caldo, y tras la cocción simplemente se desechan, habiendo cumplido su misión como potenciador natural del sabor y el color. La misma decocción puede utilizarse para aclarar el cabello después del lavado, sobre todo los cabellos oscuros.
Fortalece las raíces, da brillo a las mechas y un ligero tinte rojizo, que juega maravillosamente al sol. El tratamiento huele a sopa, por supuesto, pero el olor desaparece por completo una vez que el pelo se seca, dejando sólo un aspecto saludable.
En el jardín, una infusión de cáscaras de cebolla es un antiguo remedio contra pulgones y arañas rojas. Se vierte un puñado de cáscaras de cebolla con agua caliente, se deja en infusión durante 24 horas, se cuela y se rocía sobre las plantas afectadas.
Se trata de un fungicida e insecticida suave y no tóxico que no se acumula en la fruta y es seguro para futuros cultivos. Incluso las plantas de interior agradecerán esta alimentación.
Regar con una infusión débil de cáscaras una vez al mes proporciona micronutrientes para las flores y sirve como prevención de enfermedades fúngicas en las raíces. Este es un ejemplo de ciclo sensato en el que los residuos de cocina vuelven a la naturaleza, pero en el papel de protectores y médicos.
La cáscara de cebolla nos enseña a ver valor en lo que parece basura sin ambages. Su uso es una oda silenciosa a la economía y la atención, donde incluso de una pelar de una verdura encuentra una causa digna y hermosa. No requiere dinero, sólo un poco de atención y la voluntad de desviarse del escenario habitual de pelar y comer.
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