En la búsqueda de resultados, a menudo caemos en la trampa del «más es mejor».
Otra sesión de formación, otro proyecto de trabajo, otra actividad de desarrollo, informa el corresponsal de .
Tememos detenernos, creyendo que el progreso sólo vive en la acción. Pero la naturaleza es más sabia que eso: cualquier crecimiento, ya sea de un músculo o de una idea, no se produce en un momento de tensión, sino en el periodo de calma que le sigue.
Los músculos no crecen en el propio entrenamiento, cuando levantas la barra. Es entonces cuando creas microdesgarros en las fibras, cuando les das un estímulo estresante.
El crecimiento y el fortalecimiento se producen después, cuando descansas, comes y duermes, y el cuerpo repara el daño con esfuerzo, pero con más de sobra. Si ignoras el descanso, estás dañando una y otra vez los tejidos no cicatrizados, empujándote a la meseta y lesionándote.
Este principio se aplica mucho más allá del gimnasio. El sistema nervioso, después de un intenso trabajo mental o estrés, necesita un «descanso técnico» similar para consolidar las conexiones neuronales.
La solución a un problema complejo a menudo no llega en un escritorio, sino durante un paseo o una ducha caliente, cuando se da permiso al cerebro para desconectar de la búsqueda directa. El entrenador de medicina deportiva Artyom Glushkov reta a sus pupilos: «Intentad descansar tan consciente y cualitativamente como entrenáis».
Esto significa no quedarse tumbado con el teléfono, sobrecargando el córtex visual, sino elegir una actividad que realmente desconecte y revitalice un sistema concreto: dormir, meditar, comunicarse en silencio, dar un paseo por la naturaleza. De pasar una tarde navegando por las redes sociales a tejer, la calidad del sueño ha cambiado radicalmente.
La recuperación no es debilidad ni pereza. Es una fase obligatoria y activa del ciclo de desarrollo. Sin ella, cualquier sistema avanza hacia el agotamiento.
Escucha las señales: fatiga constante, irritabilidad, falta de progreso… no es una llamada a «cavar más hondo», sino una orden clara de «parar y respirar». Planifica tus periodos de descanso con el mismo cuidado que los de trabajo. Anótalos en tu calendario como citas inviolables contigo mismo.
Tu fuerza no es sólo cuánto puedes soportar, sino con qué competencia puedes recuperarte. Deja que el silencio y la inacción hagan su trabajo invisible. Es en esos momentos cuando creces.
Lee también
- La paz interior: lo que significa ser «amigo» de las tripas
- Por qué pararse en una pierna: un ejercicio ridículo con graves consecuencias

