Por qué la gente inteligente necesita un estiramiento tonto: lo que tu flexibilidad esconde en realidad

Bombeamos nuestros músculos, aceleramos nuestro ritmo cardiaco, controlamos cada gramo de proteína, pero a menudo pasamos de largo de la colchoneta de estiramientos.

La flexibilidad parece ser el dominio de gimnastas y yoguis, pero no de la gente seria que trabaja su cuerpo, informa un corresponsal de .

Y para nada, porque su pérdida no es sólo una imposibilidad de sentarse en el cordel, sino una lenta pero segura reducción de la amplitud de la vida misma. Los músculos que no reciben tracción regular se acortan gradualmente como un tejido que se seca.

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Esto cambia la biomecánica de los movimientos más sencillos: agacharse para atarse los cordones o girar la cabeza al aparcar. Las articulaciones empiezan a desgastarse y la postura se deteriora inexorablemente, por mucho que trabajes la espalda.

Mi primera lesión grave de hombro no la sufrí en el gimnasio, sino al alcanzar torpemente una estantería, y el fisioterapeuta la achacó a unos músculos «tensos». El estiramiento es un diálogo con tu propia fascia, la red de tejido conjuntivo que envuelve todo nuestro cuerpo.

Sin movimiento y tensión elástica, se endurece, creando restricciones internas y malestar. No se trata de un esfuerzo doloroso, sino de una búsqueda suave y consciente de tus límites actuales.

El kinesiólogo Andrei Tikhonov afirma que la práctica regular de estiramientos suaves mejora la propiocepción, es decir, el sentido de la posición del propio cuerpo en el espacio. Simplemente, empiezas a «oírte» mejor, lo cual es fundamental para prevenir lesiones en la vida cotidiana y en el deporte.

Es como afinar un instrumento musical antes de tocarlo. El mejor momento para hacerlo no es antes o después de practicar con prisas, sino como un ritual independiente y tranquilo.

Por la noche, luces tenues, movimiento lento y consciente sin el objetivo de sentarse más profundamente que ayer. No te centres en el resultado, sino en la sensación de respirar en la zona tensa. Sólo diez minutos de este diálogo con el cuerpo cambian la calidad de la relajación para toda la noche.

Rechaza los estiramientos balísticos agresivos y los movimientos elásticos: desencadenan un espasmo protector. Confía en la dinámica estática y ligera.

La flexibilidad no es un logro atlético, sino la moneda básica de la movilidad que te permitirá moverte libremente a los setenta. Invierte en ella poco a poco, pero todos los días, y tu cuerpo te devolverá esa inversión multiplicada por diez.

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