Este «regalo» de un ratón muerto en el felpudo es horripilante, pero desde el punto de vista del gato es el último acto de confianza social.
En la naturaleza, las madres gatas llevan presas inmovilizadas y luego vivas a sus gatitos para enseñarles a cazar, informa .
Al transferirle este ritual, la mascota le reconoce como un miembro más de su familia, que, por desgracia, es completamente incapaz de alimentarse por sí sola.
La segunda explicación posible es que está intentando compartir un recurso valioso contigo y trasladar la comida a un lugar seguro y protegido. Tu casa es la guarida y tú eres el jefe de la manada, que ella cree que también debe comer. Es un gesto de cariño e inclusión, por desagradable que nos parezca. Reñir por ello es rechazar groseramente la amistad ofrecida.
Una gata que nunca salía a la calle traía a sus pies polillas atrapadas o moscas grandes. Depositaba el trofeo con orgullo, me miraba y emitía un trino especial de victoria.
Era imposible reprenderla: en sus ojos podía leer la alegría pura de una proveedora exitosa, la proveedora de la manada. Lo único que me quedaba por hacer era elogiarla y deshacerme discretamente del «regalo» mientras ella no pudiera verlo.
A veces, este comportamiento es señal de aburrimiento y de un exceso de energía de caza no gastada. Un gato que atrapa fácilmente una caña de pescar de juguete es menos probable que sienta la necesidad de cazar de verdad porque su instinto ha quedado satisfecho en el juego.
El juego activo regular hasta el cansancio antes de acostarse puede reducir la frecuencia de estas «ofrendas», especialmente en animales con acceso al aire libre. Existe una interpretación menos agradable: la mascota ve sus intentos infructuosos de cazar la misma mosca o se da cuenta de que no muestra interés por la caza «propiamente dicha».
Y entonces, como buen instructor, empieza a traerte lecciones: primero presas muertas, luego medio muertas, para que finalmente aprendas. Esta es la forma más elevada de tutela felina sobre un alumno fracasado.
¿Cómo reaccionar de forma competente? Gritar bruscamente y tirar el trofeo delante de ella es crear conflicto y malentendidos. Ignorarla tampoco es una opción, ella está esperando una respuesta.
La mejor táctica es el elogio tranquilo («bien hecho, qué cazador eres»), tras lo cual puedes distraerla con una golosina o un juego y deshacerte de la presa en su ausencia. Es importante reconocer el hecho, pero no reforzar el comportamiento indeseable.
Para redirigir el instinto, pueden utilizarse juguetes alimentadores especiales que imiten el proceso de acecho y comida. La comida obtenida «durante la caza» es más satisfactoria.
Esto permite observar el antiguo ritual de una forma civilizada y aceptable para ambas partes. Así hablas su idioma, pero estableces tus propias reglas del juego.
Comprender tus motivos elimina los sentimientos de remilgo e irritación. Empiezas a ver este acto no como un cadáver sucio, sino como un acto comunicativo complejo, lleno de confianza y cuidado según los estándares de otra especie.
Es una especie de «comparto contigo lo más preciado que tengo» felino. Y desde este punto de vista, su comportamiento no es repulsivo, sino profundamente conmovedor.
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